Las mentiras de Dan Brown.

A estas alturas quien más y quien menos ya ha leído o al menos ha oído acerca del polémico libro de Dan Brown, “Fortaleza Digital”. Así que tengo presente que el tema no es nuevo en absoluto, pero como lo acabo de leer, y en ocasiones me ha salido humo de las orejas de pura indignación, no me quiero quedar con las ganas de expresar dicha indignación.

Primero aclarar que esta no es su última novela, sino la primera que escribió, solo que en España se han reeditado todas sus novelas de la última a la primera a raíz de su éxito con “El Código Da Vinci”. La publicó en 1998 y aquí la primera edición ha salido en este año 2006.

Bien, en la primera página del libro, hay una nota del autor, añadida a posteriori, evidentemente, en la que cuenta que pasó un año estudiando en Sevilla, que es una ciudad que le enamoró, pero que tiene que contar las virtudes y los defectos, pero que lo hace con amor a España y los españoles, bla, bla, bla.

Si el señor Brown pasó realmente un año en Sevilla debería saber que:

  1. La guardia civil no llevaría nunca a un herido en la parte trasera de su moto hasta el hospital (capítulo 16 del libro).

  1. No hay ninguna escuela reconvertida en una Clínica de Salud Pública. (cap. 20 )

  2. El Servicio Social de Sevilla no es una casa de citas (cap. 24)

  3. El acento de Burgos es apenas reconocible, al menos yo nunca he reconocido a un burgalés por su acento, en todo caso a un castellano (cap. 28)

  4. El hotel Alfonso XIII no es pequeño ni tiene solo cuatro estrellas (cap. 30). De hecho, está entre los mejores hoteles europeos.

  5. En los mercados españoles hace mucho que se dejó de regatear (cap. 32)

  6. El zumo de arándanos NO es popular en España, (cap.37) al menos es tan popular como pueda serlo un “rebujito” fresquito en la Nueva Inglaterra natal del señor Brown.

  7. Que en las misas católicas, sean en España o en Pernambuco, la comunión no es al principio de la misa (cap. 91)

Además de todo esto, que en realidad casi produce risa, y que demuestra que el señor Brown tiene un profundo desconocimiento de las costumbres españolas o que es un mentiroso, lo que más me indigna es el profundo desprecio que muestra por España cada vez que se la menciona en su novela:

En el capítulo 20 describe una supuesta Clínica de Sevilla como un lugar lleno de oscuros pasillos, con olor a orín, donde los carteles indicativos están escritos en un cartón sobre un caballete. Allí, los pacientes están sobre catres, en una enorme sala que antes era un gimnasio, donde todavía cuelgan las canastas de baloncesto. Me rapo al cero si el señor Brown me demuestra que existe un sitio así en Sevilla.

En este mismo capítulo, escribe frases como: “España no es famosa por su eficacia” Quizá no lo sea, pero mira quien fue a hablar, un norteamericano.

En el capítulo 32 habla sobre la “corrupción de la Guardia Civil española”. Y no creo que llegase a los oídos del escritor, el famoso caso de Antonio David (ex – yerno de Rocío Jurado), cuando le birló unas treinta mil pesetas de entonces a un turista.

En el capítulo 66 describe los servicios del aeropuerto de Sevilla, como si fueran una pocilga. Con el lavabo atascado por un agua marrón, el suelo encharcado, todo lleno de servilletas usadas y huellas verdes en el seca-manos. ¿No se habrá equivocado y la descripción se refería a un barucho de mala muerte de los USA?.

En el capítulo 93, un asesino piensa en como matar a uno de los personajes y dice: “Un pulmón perforado es mortal, quizá no en países donde la medicina está más avanzada. Pero en España era fatal”. Creo que el señor Brown no tiene ni idea de que muchos de sus compatriotas vienen a España a operarse del corazón y a curarse del Sida, ya que la porquería de Seguridad Social que tienen allí no cubre nada y mucha gente no puede pagarse sus tratamientos, y vienen a hacérselo aquí gratis.

En el capítulo 100 cuenta que más de un turista a muerto a causa de la inseguridad de las escaleras de la Giralda. “Esto no es Estados Unidos”, dice, “No hay señales de advertencia ni pasamanos. Tampoco hay a quien pedir responsabilidades. Esto es España”. Si, gracias a Dios, no nos parecemos en nada a ellos.

Por último, quiero mencionar especialmente un párrafo que aparece en el capítulo 95 y que me provocó una buena carcajada. No sé si describirlo como “cómico- religioso” o tontería como una casa: “El padre Gustavo Herrera observó con curiosidad la conmoción que tenía lugar en un banco del centro, pero no estaba preocupado. A veces, el Espíritu Santo tomaba posesión de algún anciano y éste se desmayaba. Con un poco de aire se solucionaba el problema”. Hay queda eso, y se quedó tan a gusto el tío cuando lo escribió.

En definitiva, el señor Brown nunca pensó que su libro iba a ser publicado en España y le convenía más mentir y mostrar a España como un país tercermundista que es lo que deben de pensar la mayoría de los norteamericanos. Que pena.

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