Por una muerte digna

Anoche, durante la última y larga pausa para publicidad justo antes del final de  Brokeback Mountain, hice zapping y me encontré con el programa de Telecinco, Rojo y Negro, presentado por el periodista especializado en sucesos (o quizá debería decir casquerías varias), Nacho Abad.

Él estaba en el plató de su programa rodeado de gente relacionada con Marta del Castillo y en una pantalla grande se veía a una periodista del programa entrevistando al abuelo de la pobre niña. El hombre leía un manifiesto en el que venía a decir que querían poner en marcha una «Plataforma por la Cadena Perpetua». ¿Qué hacía ese buen hombre ahí, dando carnaza a los buitres?

No pude remediar acordarme de las niñas de Alcasser y de aquel programa especial con el que todos nos echamos las manos a la cabeza y supuso el fin de la carrera televisiva de Nieves Herrero. De hecho creo que esta periodista nunca va a separar su imagen de la de aquellas niñas, al menos en mi cabeza van unidas.

Como digo, aquel programa nos escandalizó hace muchos años ¿y ahora? , ¿nos escandaliza igual o estamos ya mal-acostumbrados a este tipo de programas y lo vemos casi normal?.

Volví a terminar de ver la película de los vaqueros gays y después no pude evitar volver a pulsar el 5 de mi mando a distancia. Y allí estaba el tío de Marta hablando de lo destrozados que están todos los familiares. Y a continuación, la entrevista que hizo que se me salieran los ojos de las órbitas y que se me cayera la mandíbula inferior al suelo: Nacho Abad entrevistando a la niña de catorce años, ¡solo catorce! que había sido la última novia del presunto asesino de Marta.

La niña, maquillada y peinada, hablaba con un temple y una seguridad más propias de un adulto de su relación con el presunto asesino. Su madre, sentada a su lado, asentía a las palabras de su niña. Nacho Abad le preguntaba ¿Te pegó?, ¿Te insultó? ¿Te fué infiel? y yo no me podía creer que un periodista hiciera esas preguntas a una menor. No me podía creer que la madre estuviera allí sentada consintiendo todo aquello.

Me imaginaba a la niña horas después hablando con sus amigas por el messenger:

– ¿Me has visto tía? ¿a que estaba guapa tía? ¿te imaginas que me llaman de la Noria y me pagan una pasta tía?

Porque no creo que una niña de catorce años sea totalmente consciente de todo lo que está pasando a su alrededor, quizá ella se sienta como la protagonista superviviente de una película, digo esto por un comentario que hizo, algo así como: La próxima hubiera sido yo.

Después ví que también estaba allí Javier Hurra, el presidente del Movimiento para la Intolerancia y perejil de todas las salsas en estos casos y ya no aguanté más.

Me fuí a la cama sabiendo que iba a darle muchas vueltas al asunto antes de dormir. Pensé en todas las asociaciones que luchan por una muerte digna, a las que yo apoyo, dicho sea de paso y desde aquí les hago un llamamiento. Que incluyan en sus peticiones el que nadie haga espectáculo de la muerte horrible de cualquier persona. Si yo alguna vez dejo escrito un testamento vital, pediré que no alarguen mi vida artificialmente, que no quiero sufrir terribles dolores sin remedio y que no quiero que, si mi muerte es a consecuencia de un asesinato mediático, las televisiones hagan espectáculo de ello, no quiero que mis familiares y amigos vayan a ningún plató de Tv a contar mis bondades y a pedir cadena perpetua para el asesino, no quiero que los carroñeros ganen un céntimo con mi muerte.

Si, sería interesante pedir: Por una muerte digna, no al circo mediático del morbo y la manipulación .

Por cierto, Nacho Abad, ¿duermes por las noches?.

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